El campo diversificado


Situarse ante las primeras piezas de cables de acero de Andrew Gangoiti supone, en cierto modo, trasladarse a los Earthworks de la década de los sesenta. El espíritu recogido por los artistas del Land Art, que pasa por insertar plenamente sus trabajos en el medio natural, es también evocado en estas esculturas que cambian el escenario del paisaje y la naturaleza salvaje por otro más humanizado y comprimido como es la arquitectura. Concretamente la arquitectura de los espacios expositivos en los que interviene. A través de finas líneas de acero inoxidable que perfilan formas geométricas -del mismo modo en que lo hiciera Fred Sandback- invade el espacio vacío que se presenta ante él pero no lo subyuga. Es decir, realiza intervenciones con y para el espacio arquitectónico en un profundo ambiente de respeto y le dota de un nuevo sentido con el que plantea una relectura del mismo, su reestructuración. Así, el vacío y demás elementos espaciales, que en otro contexto podrían pasar desapercibidos, son laureados con mayor presencia y monumentalidad.

Además de ésta, su relación con la arquitectura es también de carácter formalista. Andrew levanta sus esculturas como si de la construcción del más seguro de los edificios se tratara. sus bocetos son dibujos técnicos, auténticos planos de construcción repletos de medidas, acotaciones y escalas; y su metodología de trabajo -metódica y muy precisa- recuerda a la forma de proceder de un arquitecto. Sus obras desprenden la solidez propia de un edificio por sus cuatro costados.

Simbiosis y mímesis con el entorno. así se traduce la relación que mantienen escultura y arquitectura en las  obras de este artista. Ambas protagonizan la (con)formación de un conjunto de complicada disolución. Los límites de dónde empieza una y termina la otra se tornan difusos. Es por esto que el término “escultura” resulta impreciso para estos híbridos artísticos. Quizá podríamos recurrir a la terminología que rosalind Krauss utiliza para su Campo Expandido y hacer nuestra la “estructura axiomática” que ocupa el lugar entre la “arquitectura” y la “no-arquitectura”.

Sin embargo, el campo de Andrew Gangoiti se expande más allá y reniega de las limitaciones. Continúa evolucionando. Y lo hace con Elementos acústicos en obra escultórica, su proyecto más reciente, a partir de la adición del sonido como tercer elemento que participa de sus esculturas. Ahora, sus cables, provistos de sensores y de dispositivos electrónicos que emiten sonido, se recolocan en el espacio dibujando nuevas formas que invitan a ser recorridas (una espiral, un pasillo, una f-hole). Los sensores actúan como melódicas alarmas que alertan de la presencia de los elementos ajenos que los acompañan en su itinerario. Hablamos de la figura del espectador, el eje fundamental que vertebra la obra escultórica de Gangoiti, la pieza sin la cual no podría funcionar la totalidad del conjunto. el espectador como figura independiente, con sus características particulares, recorre las obras activando sonidos únicos e irrepetibles a cualquier otro              -cuando no existen sensores el sonido procede de unas cuerdas musicales que se accionan manualmente; una estrategia que multiplica las actitudes de la obra y que la imposibilita ante una única denotación. Jacques
Derrida asemejaría, sin dudarlo, estas piezas a su teoría del deconstruccionismo. Y no le faltaría razón. es una obra abierta, con multiplicidad de interpretaciones, tantas como espectadores. Las lecturas posibles que plantean estas obras siempre serán infinitas porque jamás podrá decirse que una de las lecturas o interpretaciones alcanza el buen sentido.

Volvamos al campo expandido, al de Andrew Gangoiti. en unas construcciones donde escultura, arquitectura, sonido, público, técnica y tecnología forman parte de un conjunto indisoluble y armónico, incluso la cartografía planteada por José Luis Brea en ornamento y utopía para la escultura de los años ochenta y noventa resulta insuficiente. el trazado que él planteó de un campo “más expandido” todavía “más ampliado que el de Krauss, que (...) permitiría tomar conciencia de sus desplazamientos no sólo relativos a transformaciones formales, sino también, y sobre todo, a aquellas que se refieren al uso y sentido público de tales desplazamientos formales”, ahora, exige mayor amplitud para unas instalaciones que han desbordado por completo las categorías heredadas. El campo de Andrew es un campo experimental en busca de nuevos lenguajes aún no explorados, un modelo alternativo que admite la polisemia y que se extiende más y más. El suyo sí es, realmente, un campo diversificado.


Oihana Cabrera